Crónicas de la Esquina Noroeste |
|
jueves, marzo 11, 2004
Hace un par de semanas, un par de meses, un par de años, que camino en círculos alrededor de este capítulo. Siempre pensé que ninguna muerte es justa, pero recién ahora he comenzado a sentirlo. Escuché a alguien, alguna vez, diciéndome que después de matar no le había pasado nada. Nada. Y ahí anidaba su angustia: en el hecho de que fuera posible enfrentar al Destino sin ninguna consecuencia posterior. El paso de la Muerte no deja marcas en el rostro, ni tajos en la mirada, ni en el alma. El corazón de las tinieblas es tan oscuro que late bajo una caparazón de eufemismos (...). La mayor parte de las palabras fueron cambiadas: era la única forma de soportar el hedor de este cementerio de tumbas abiertas. Unos y otros sueñan, pero no porque juegan con la imaginación, sino porque el calor del odio no los deja dormir. El odio está pegado en las sábanas y los cuerpos dan vueltas en la cama: en la vigilia de ojos abiertos todos tienen razón. No importan los medios: todos se sentirán justificados por el fin. Hay quienes dicen que también hubo poesía, y alegría, y ternura, y sacrificada entrega, y es posible. No proponemos contar aquí cuántos demonios hubo; la Tierra está repleta de ángeles caídos. Sí sabemos que disipado el humo, que seco el odio como se seca el sudor, lo único que quedaba fueron muertos. Muertos atravesados por signos de pregunta. Porque Jorge Lanata (Argentinos, Tomo 2) lo dijo mejor de lo que lo podría decir yo. Lo más triste es que estos párrafos se refieren a algo completamente distinto y, sin embargo, tan igual... |
diario de un ama de casa con inquietudes tu pasaje a otro lugar Arte Digital archivos de la esquina 2003/04 - 2003/05 - 2003/10 - 2003/11 - 2003/12 - 2004/01 - 2004/02 - 2004/03 - 2004/04 - 2004/05 - 2004/06 - 2004/07 - 2004/08 - 2004/09 - 2004/10 - 2004/12 - 2005/04 - 2005/05 - 2005/06 - 2005/07 - 2005/08 - 2005/10 - diseño original de lonelyger |
Visite Córdoba, pero no haga ruido a la siesta |