Crónicas de la Esquina Noroeste |
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viernes, diciembre 05, 2003
La lluvia nos bendijo con árboles de distintos verdes brillantes y con los jardines florecidos. Los siempreverdes reglamentarios, que tanto aborrezco durante once meses al año, están llenos de esas flores mínimas de color blanco verdoso que se vuelan con la más mínima brisa y ensucian las veredas de forma tal que, cuando una termina de barrer, hay que empezar de nuevo. Cuando entro a casa y me miro al espejo me siento una hawaiiana, con la cabeza llena de florcitas! Y después me siento tonta, tratando de sacar cada una, más que me río sola de los hombres que se encuentran en situación similar a la mía. Anita ya había demostrado su interés por las hojas de los árboles, desde que sintió el sonido que hacen cuando hay viento, así que no era de extrañarse que este tema de las flores le interese aún más. Más colores, distintas formas, nuevos perfumes... Héctor la llevó a pasear hoy, y volvió con una hermosa flor de regalo para mí. La arrancó al paso, estirándose desde el cochecito durante la recorrida. Mis vecinos deben estar felicísimos con la joyita que vive en la esquina noroeste! |
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