Crónicas de la Esquina Noroeste |
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sábado, diciembre 13, 2003
Descubrir que las salidas a bailar se han reducido a los casamientos, es sin duda una revelación entre inesperada y poco bienvenida. Por el otro lado, tiene su lógica cuando, a las dos de la mañana, uno simplemente está esperando que corten la torta para poder hacer una retirada digna, en lugar de quedarse dormido sobre la mesa. Ése fue mi caso anoche, aunque debo reconocer que, al final, no sé muy bien cómo hicimos para no sólo sobrevivir hasta las cinco y media, sino también sentir un poco de tristeza al dejar la fiesta. Hacía mucho que no la pasaba tan bien, y me consta que el sentimiento es compartido por los restantes compañeros de mesa, amigos del Ale y esposas -ya que el novio es amigo de él- con los que nos vemos poco pero cuya compañía nunca dejamos de disfrutar. Ojalá se repita pronto, aunque quedan pocos sin casarse... ¿qué sigue? ¿Esperar para bailar hasta que nuestras hijas cumplan quince? Como nota al margen, y para Beca en particular, una amiga les regaló a los novios todo el cotillón de la fiesta, con el que todos nos quedamos embobados. Una maravilla. Ya la comprometí a que me de una clase para el próximo cumpleaños de Ana Sofía, que para el miércoles no llego ni contratando ayuda. Eso sí, voy a tener que empezar en septiembre porque parece mucho trabajo! |
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